“La casa de la playa”, de Mario Nosotti (2018)




El agujero interior

Por Franco Ruiz

“Lo que se hace por amor siempre se hace más allá del bien y del mal.” 

(F. Nietzsche, en “Más allá del bien y del mal”)



Ante las decisiones difíciles -se sabe-, es bueno optar por aquello que dé lugar a la mejor historia. Y Mario Nosotti lo hace a través de “La casa de la playa” (Club Hem, 2018), su último libro de poesía, en el cual el autor narra un receso -exterior e interior-, que es también una pérdida o un disloque afectivo, situación que se sugiere ya desde el primer epígrafe: “...por muy grande que sea tu aflicción/ persevera hasta un año...” (Odisea, Canto 1).

Segmentado en capítulos, determinados por los meses que dura la estadía, el texto funciona como una unidad narrativa. Y como señala Mario Arteca en el prólogo: “El microclima de unas vacaciones deriva en un estado mental asociativo”.

El arranque condensa la intensidad de la urgencia: “Verano de estaciones superpuestas.” Por eso no es casual la cita a Héctor Viel Temperley: “Hablo de todas las horas y de todos los días/ y de todas las estaciones y de todos los años”.

En ese estar fuera de lugar hay vértigo, hay mareo. “La luz de octubre inclina la casa de la playa”, describe Nosotti. “Son las pisadas viejas de algo nuevo”, prosigue. Son más las preguntas que las certezas: “Cómo se fue mezclando uno en todo”. Y la voz por momentos querellante de la conciencia: “El teléfono suena en medio de la noche. Hiciste bien en irte”.

Nosotti traza en la arena palabras como: vidrio molido, ramas peladas, símil edén, floresta, paraje pelado, bambolea, imagen depreciada, ripio, foquitos, ranchos, neblina, beduinos, pencas de ananá, tembladeral, imaginario real, las cuales conforman, al fin, un universo lírico que se debate entre la contemplación melancólica y la fuga hacia adelante.
Y en ese navegar “entre dos casas” (apartado de todo lo que amaba/ su desierto lo condujo hasta acá), con la aspiración onírica de desconectarse de la tecnología (y del mundo, que es prácticamente lo mismo), estampa un verso definitivo, capital: “Líbrame en este día de tener que elegir”.

Y completa: “La indecisión genera su propia plenitud/ una nueva alegría de estar entre las cosas/moverse entre los nombres/ sin tener que buscar la conjunción”.

Y así, mientras “el sol se desafila poco a poco en el muelle”, la poesía de Nosotti también abreva en los grandes temas, como la cuestión del tiempo: “...arrima sus errores al fuego/ lo que busca decir arde en la combustión de un tiempo que no vuelve”.

“La casa...” no es un libro, es un viaje a la libertad, acaso una de las pocas certidumbres por la que vale la pena lanzarse al agua. 



Sobre Mario Nosotti

Mario Nosotti (San Fernando, Buenos Aires,1966) Cursó estudios de Letras (UBA) y la Maestría de Escritura Creativa de la Universidad Tres de Febrero. Formó parte de la antología de la 1º Bienal Iberoamericana de Arte Joven (Bs.As,1989). Colaboró con las revistas de divulgación cultural Tsé-tsé, Parte de Guerra y La Otra. Entre 2004 y 2006 editó la hoja de poesía Música Rara. En 2006 organizó el Primer Encuentro de Revistas de Poesía en la Biblioteca Nacional. En 2014 obtuvo la Beca del Fondo Nacional de las Artes (Área Letras). Publicó los libros de poesía Parto Mular (Editorial Último Reino,1998) y El proceso de fotografiar (Viajera Editorial,2014) y La casa de la playa (Club Hem, 2018). Actualmente colabora con el suplemento Radar libros (Página 12), la revista Ñ (Clarín) y la revista Los Inrockuptibles.
Coordina talleres de lectura y escritura creativa.


Comentarios